19 abril, 2006

UN LUGAR LLENO Y EN ORDEN


A veces estallas y te reconstruyes en tus propias ruinas. Yo, sin ir más lejos, he vuelto a nacer. Estoy bastante harto de tragar mierda, así que he decicidido levantarme. Nadie más va a hacer que me arrastre por el fango. Nadie nunca, nunca, nunca más. Si amo ( y amaré con todas mis fuerzas) será siempre sin perder la dignidad. No olvides nunca quién eres, aunque te estén arrastrando por la mierda, aunque utilices un disfraz para mostrar cómo te sientes realmente, no olvides que allí donde hay dolor, hay un ser que sufre, que al sufrir sientes que estás vivo, que suplicar que cese el dolor es perder la integridad que te proporciona el ser mártir.
Y todos, todos lo somos. Incluso cuando causamos dolor a los demás, porque es entonces cuando hemos olvidado que sufrimos nosotros, ahogados por nuestro propio sufrimiento, al que hemos olvidado quizá porque está enterrado demasiado hondo, tanto que no podemos encontrarlo, pero sentimos que está ahí.
Vive y sufre, no tengas miedo de salvarte.

2 comentarios:

Un tipo que sólo hace comentarios dijo...

Perdidos en la fuente del tormento como el navegante en el horror de la civilización.
... La única salvación de los vencidos, es no esperar salvación (Virgilio)

Cecilia em Brasília dijo...

la señora A, a veces, no termina de saber cuál es exactamente el sentimiento que le produces.

está confundida, sin duda. en ocasiones te mira con profunda admiración y embelesamiento, cree haberse encandilado de tu forma de leer los mensajes del mundo. reconoce en ti una fuerza titánica capaz de construir y hacer grandes cosas.

otras, sin embargo, se ve en serios aprietos cuando la furia que le inspira tu imagen romántica y afectada le domina por dentro. te odia, llega a odiarte hasta el punto de confundir esta pasión con algún dolor real, fisiológico, en su pecho.
sí, te odia porque vives demasiado consciente de ti, de lo que sientes, de lo que piensas y lo que crees. siempre en torno a ti, todo en referencia a ti; tú, único centro de una espiral infinita que nace en tu centro y, no se sabe cómo, vuelve a unir su cabo final con el inicio. agujero negro, yo, yo, yo, siento, padezco, lloro, muero, amo y desaparezco. no existen más terminaciones verbales. la visión no te alcanza más allá de tus propias narices, no puedes evitar que tus rayos visuales reboten en tu caparazón para volver a ti y, por tanto, sólo verte a ti mismo, a través de tu cristal.

quizá odie tanto esto porque ella es exactamente igual.


tanto regocijarse, rebañarse, embadurnarse, restregarse, extenderse, explayarse, exagerarse (en reflexivo, más exagerado aún) le parece, de cualquier modo y en toda medida, impreciso. desmesuradamente inexacto. las dimensiones son arbitrarias, y así ocurre: se viven nimiedades como si fuesen grandes cataclismos.

una hermosa forma de engrandecer todo lo que sale de ti, sí. o al menos, resultona. no puede evitar enamorarse de tu forma de llorar el dolor y de responder al miedo al fracaso, porque en el fondo de su alma querría saber defender lo suyo con el mismo orgullo que tú.
pero a la vez odia cómo la arrastras hacia el pozo de regocijo en la pena y la melancolía que tanto ha aprendido a temer.


la señora A quiere SALVARSE de tu fuerza, definitivamente.
¡centrífuga silente, poco a poco, irás perdiendo efecto sobre ella!