A Víctor
Hay una mujer en mi calle ante la cual siento siempre la obligación de cruzar correctamente la calle. el motivo estriba en que su marido murió atropellado por un coche. En realidad, no murió atropellado. Se quedó paralítico a consecuencia del accidente y, años después, murió. Yo asistí a la misa por su muerte, porque conocía a su hijo, que era compañero mío del colegio. El chaval estaba tan desconsolado que me afectó muy profundamente y pensé en la posibilidad horrible de que mis propios padres murieran. Otro día, cuando me vio cruzar el semáforo por la zona donde paran los coches en lugar de por el paso de cebra, aquella señora me echó la bronca. Y esta tarde, cuando iba a cruzar, esta vez sí por el paso de cebra, la vi esperando conmigo a que se pusiera en verde. No intercambiamos siquiera una mirada, pero esperé pacientemente a que se pusiera en verde y miré a ambos lados antes de cruzar.
Supongo que así salvé a mis propios padres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario