18 abril, 2006

CARTAS DE AMOR SIN REMITE


Mi nombre es Cyrano de Bergerac. Nunca he tenido nada de lo que me correspondía. Nadie me ha reconocido por nada, salvo por esta horrible nariz. Esta mierda de nariz que hace que las tías miren para otro lado cuando yo paso. Y a mí me la suda, porque cuando miran para otro lado, yo miro para la luna, en el cielo, que nunca me aparta los ojos... voy contigo mi amor... esta noche voy contigo. La vida se me acaba, y dentro de poco estaré allí arriba, como cuando era pequeño y te abrazaba y jugaba contigo... Tú siempre me trataste bien, aunque seas pálida como ella... ella esta aquí. Sí, sí, estoy hablando de ti, montón de mierda ¡No me mires a la nariz, cojones! ¿Quieres que te pegue un tiro? ¡Responde hija de puta! ¡Responde! ¡Tú eres la peor de todas, la que no tiene nariz, ni pellejo... ¿vienes a por mí? ¡No me iré sin luchar! ¡No acabarás conmigo tan fácilmente, aunque vengas acompañada! ¿Quiénes son todos estos? Ah, sí, cómo no: todos los cabrones que me han jodido la vida. Todos los que me arrastraron por la mierda ahora quieren hundirme en ella. ¡Largaos! ¡Largaos si no queréis que os destroce a balazos! Viene la Muerte. A ti te conozco... eres la Ira. Y a vosotros, prejuicio, envidia, corrupción... venís a por mí, pero no importa... ya no importa nada... ¡Antes de que llegue voy a luchar, luchar, luchar siempre! No, no pienso pactar con vosotros, políticos de la globalización, del desarme armado. Vaya, vaya, y mira quién es su portavoz: la vieja estupidez. Morir sí, venderme no. Nunca más me venderé. Me enterrarán debajo de este suelo, y quiero dictar mi epitafio para que lo sepais... soy sólo un puto funcionario... pero soy mucho más de lo que veis cuando me miráis por encima del hombro, cuando me tratáis como a basura, cuando me escupís con la mirada... no soy sólo un chupatintas... ¿Me oís, cabrones? Yo soy Cyrano de Bergerac, amigo de sus amigos, filósofo del café de media mañana, matemático de la supervivencia, espadachín de la semiautomática... ¡No soy sólo un mercenario! Soy un corazón como el de veinte poetas, un físico de lo imperfecto... miradme otra vez: ya no soy el que creíais, Don Fulano de Tal, un vulgar asesino... eso no me lo podéis quitar. ¿El qué? ¿Cómo que el qué? ¡Miradme otra vez, hostia! Me voy, que me están llamando. La luna besa mi frente y me susurra guarradas al oído... ¡Voy contigo, mi amor! ¿Vais a quitarme todo? Está bien. Está bien, joder. ¡Todo! Los besos y los golpes. Pero hay una cosa que no podéis arrancarme ¿Eh? No, eso no me lo vais a quitar... es algo que he guardado siempre como un tesoro, que no han manchado ni las balas ni las lágrimas. Y es... es...
Mi orgullo.

1 comentario:

Un tipo que sólo hace comentarios dijo...

Lo que fuera esplendor -esa gloria por la que apostaste Cyrano- ahora sería mediocridad;la grandeza de guerras y pasiones quedaría convertida en las vulgares apetencias de una zorra codiciosa.