15 abril, 2006

KABUM!!


Se acabó.
A tomar por culo todo el mundo. Incluso las personas a las que quiero. Y las que me quieren. Especialmente esas personas.
Soy un terrorista suicida. Uno de esos kamikazes islámicos que destrozan su propio cuerpo y el de todos los que cojan el autobús equivocado.
No quiero más caricias.
No más besos.
No más abrazos.
No más palabras dulces.
No más miradas dulces.
No más gestos dulces.
En el dulce va el veneno.
Se acabó. Todo el veneno para vosotros.
No más cariño.
No más amor.
No más personas.
Todo lo que tengo es rabia y desesperación y eso es todo lo que quiero tener.
Volveré al encierro. Volveré a ser antisocial. Y si alguien se acerca más de lo permitido le haré reventar. Si nadie puede comprenderme sigo estando solo, y de qué sirven las caricias. No soy un niño pequeño. No quiero que me cuidéis nunca más. Si queréis una mascota buscáosla. No dejaré que me queráis de esa forma, que me saquéis a pasear, que me rasquéis detrás de la oreja. Siento tanto amor que me duele. No estoy dispuesto a soportarlo más. Abrazadme una vez más. Sólo necesito que estéis lo bastante cerca para darle al botón. Kabum. KABUM!

Imagina por una vez que el amor no es algo dulce y hermoso sino algo venenoso y horrible.
Quieres a una persona y no sabes lo que siente ella. Estás encerrado en un búnker. Es la segunda guerra mundial, y los nazis asedian el bosque. Pero de pronto cesan los disparos. Se hace el silencio. No sabes por qué. La única forma de saber qué ha pasado es salir, abrir la puerta. Pero ¿y si los nazis han sido los que han tomado el bosque, y te pegan un tiro?
El silencio continúa. Pesado como una lápida. Abre la puerta. Abre la puerta. No, espera. Si amas la vida no abras la puerta. Y de qué sirve la vida si estás encerrado. No sin libertad. Pudrirte en el búnker esperando a que los de fuera abran la puerta y te peguen un tiro o te den un abrazo. Pero tienes la intuición de que nadie abrirá la puerta. Las señales que te llegan por radio son confusas y extrañas. Sólo queda salir y comprobarlo por ti mismo. La mano en el pomo, que cede al más leve gesto de muñeca. La puerta se abre. Y una lágrima recorre tu cara mientras cierras los ojos.
Imagina por una vez que el amor no es algo dulce y hermoso sino algo doloroso y horrible.

Por última vez, tira de la anilla de la granada y escucha el bum.
Abre la puerta y cierra los ojos mientras sientes en el pecho el bum.
Kabum. KABUM!

1 comentario:

Un tipo que sólo hace comentarios dijo...

Un cobarde es una persona en la que el instinto de conservación aún funciona con normalidad.

Lo peor no es refugiarse en el Bunker sino construirlo... Construirlo para mantenerlo en pie.

Eso es lo más doloroso.