04 febrero, 2009

el amante (II)

Elena y Germán, los actores protagonistas de El amante.


Buenas, gurriatos.

Ya se estrenó la obra, como sabéis, y ya salió como tenía que salir: bien.

Obviamente, podría haber salido mejor (siempre puede), pero teniendo en cuenta todos los problemas, inseguridades y demás, el resultado no estuvo nada mal.

Hay que decir que el centro cultural nos puso ciertos obstáculos... primero, al no habernos avisado de que había que hacer reserva, la mitad de nuestros amigos se quedó fuera del teatro... Segundo, la inesperada visita de un "colaborador" (un tipo que sabía mucho de luces y que en realidad nos dio muy buenas ideas, aunque fuera de tiempo) impidió que lleváramos a la práctica ningún tipo de ensayo: ni general, ni técnico, ni leches en vinagre. Teniendo en cuenta estas cosillas, el hecho de que la obra saliera adelante como salió (con algunos fallos de luces, sonido, cambios entre escena y escena) ya es un milagro. Y ese milagro se lo debo a la maravillosa pareja protagonista (Véase foto).

Como ya dije antes, "ole y ole".

Creo que ya he hablado de esto, pero, por si volvemos a hacer representaciones, está bien que comente cosas sobre el texto. Al fin y al cabo, muchos os quedasteis sin verla por el rollo de las reservas...

El amante es una sátira del matrimonio. Pinter, como es habitual en su teatro, juega con las pausas y con las frases vacías, con los silencios incómodos y con las explosiones de locuacidad. Como en la vida real, el aburrimiento empuja hasta hacer que la pasión salga.

Y aprovecha estas herramientas, tan adecuadas al tema, para hablar del aburrimiento en una pareja, de la necesidad de huir de su terrible y automatizada cotidianeidad.

El matrimonio burgués (y más en la época en que está escrita la obra), no es más que un acuerdo económico-social. El marido aporta el dinero, la mujer se convierte en esclava doméstica. El amor no es imprescindible, aunque puede estar, de forma secundaria, oprimido por todas las demás necesidades de un matrimonio. La palabra matrimonio quiere decir hipocresía. Tanto ella como él utilizan al otro para lograr algo. Él quiere exhibirla: su mujer es un objeto hermoso, delicado, su posesión más exótica. Ella quiere escapar: su marido no es más que el símbolo de la penosa obligación de ser una criada solícita.

Para que todo esto se sostenga, es necesario un componente sexual. En la pieza, se crea a través del juego. El juego es un engaño dentro del propio engaño (el matrimonio), en el que finalmente es irremediable que la verdad salga a la luz.

Nadie podría haberlo escrito con más acierto que este Pinter.

Y por cierto, como probablemente ya sabéis, están haciendo otra obra suya en el Teatro Español. Me da en la nariz que con más presupuesto que nosotros. Pero no creo que tan bien interpretada como la nuestra.






3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué puedo decir..? Ha sido un placer trabajar con usted, señor Calamandrio. Y después de todo, sin duda lo mejor, es la cantidad innumerable de cosas que (creo que los tres) hemos aprendido gracias al montaje de esta obra. Tremenda obra por otro lado...Nos hemos desvirgado por todo lo alto, eh julepe??! jaja. ¿Quién dijo "poquito a poco"?? ah sí..Facto delafe...

Y sí parece que tengan algo más de presupuesto los muchachos estos del Teatro Español, pero seguro que no conseguirían jamás un vestido tan ideal por 6 euros!!! Qué duros son los comienzos...

Seguiremos trabajando, señor director, esto no ha hecho más que empezar. :-)

xxxxx

Anónimo dijo...

exigimos repitición!!
y si es con cocido, mejor

enhorabuenen :D

Anónimo dijo...

Mas o amor sabe um segredo: O medo pode matar o seu coraçao.
Enhorabuena (camará)