19 junio, 2008
diario de un cafeinómano (epílogo)
Sucumbí.
Decidle a Mary que la quiero. Poema épico:
Ante el olor apremiante de la cafetera llena,
fue mi nariz a mí como a Aquiles su talón,
y ante la imposibilidad de inyectármelo en vena,
vertí el líquido negro dentro de un tazón.
No hubo jamás en esta tierra cafeinosa
una derrota tan poco emocionante
y sin embargo para mí fue deliciosa,
casi épica, aunque no sangrante.
Y así, queridos amigos, saco de esta absurda historia
la siguiente, manida pero justa, conclusión,
no siempre la derrota es menos dulce que la victoria
y muchas veces lo dulce y lo amargo hacen comunión.
Nota a los puristas: No, no respeta métrica ninguna. Me da igual, mientras el café esté tan rico...
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7 comentarios:
are you sure about that?
loansrestructuring
Pues vaya...
Si yo fuera una marmota te pegaba un sopapo y un solomillo.
el fracaso nos glorifica. amen.
Como dijo Nyman: Nos amen el fracaso. Glorifica.
El orden de los factores no altera al producto.
HOLAAA!!! Soy el PRODUCTO!! Y es cierto!! no estoy alteradooooo!!!
... ¡UN MOMENTO!
¿¿Qué hace esa vieja en el jardín?? ¡¡Puta TE VOY A ARRANCAR LA CABEZAAAAA!!
yo soy adicto a los magnum doble de chocolate
humm el olor de las mañanas!
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