24 diciembre, 2006

(paréntesis)




"A menudo me embosca la tristeza de imaginar un mundo árido.
La viva voz cediendo ante la cacofonía de digitales impulsos eléctricos.
No puedo evadir la pregunta de si la mirada conservará su oficio
de ver la lluvia destiñendo la tarde sobre las paredes,
deslavándola en rosa y amarillo.
Me aterra la idea del ojo sin más paisaje que el cuadro de luz de una pantalla omnipresente.

(...)

Me aterra la idea de años sin alma;
años en los que el tiempo sea más importante
que el hombre y la mujer dentro del tiempo.
Sufro ante la posibilidad de que caiga el olvido
sobre la calidez sencilla
de las pequeñas felicidades cotidianas.
Que se pierda en el deslumbre de la máquina
la insuperable dulzura de la piel,
el mínimo y perfecto cosmos
transmitiendo sin más programa que el de la sangre en las
venas,
el universo del amor, la furia,
la soledad buscando quien la libere del silencio.

Pero
¿cómo evitar la seducción de la electricidad, la
superconductividad,
las infinitas circunvalaciones de un microprocesador?
Me tienta el zumbido erótico del espacio cibernético.
La promesa de expansión, el plausible don de la ubicuidad,
la naciente orgía
del conocimiento, el laberinto de infinitas ramificaciones
donde otras mentes
se interconecten con la mía.
Combinarme, compartirme, ser pura energía, calentar con mi pasión de animal de pelos largos el frío metal de circuitos intrincados.

(...)

Aspiro el zumo híbrido de la fruta prohibida
que se ofrece a la ávida ciudad de mi intelecto.
Me deleito en el placer digital,
en el tacto que palpa y descifra
el ritmo de un orgasmo matemático.
Navegando por los vastos espacios interconectados
afirmaré sobre el teclado la nostalgia por las quimeras
y la irrenunciable permanencia de los gozos esenciales:
el rosa oscuro de los cuerpos. su fusión nuclear gestando
el Universo.
La eternidad de los columpios en los parques.
La urgencia de llorar ante el dolor ajeno.

Así daré testimonio de la raíz.
Me alzaré hacia nuevos Universos
llevando en los labios el sabor áspero de la Tierra
madre nuestra en medio de los electrones,
única placenta insustituible."


Gioconda Belli

4 comentarios:

Anónimo dijo...

"Sufro ante la posibilidad de que caiga el olvido
sobre la calidez sencilla
de las pequeñas felicidades cotidianas".

yo no tengo de eso.

intentaré escribir cosas bonitas en la libreta que me regaló por navidad. y cuando tenga varias hojas escritas, las arrancaré y se las mandaré por correo. aunque serán cosas bonitas de mentira, porque nacerán, precisamente, de la ausencia de pequeñas felicidades cotidianas.

Anónimo dijo...

NAVIDAD

BENGALA

PELUCÓN

BONIATO

Anónimo dijo...

señorita nyman, su usted dice ciertamente que su vida carece de pequeñas felicidades cotidianas, me ahorcaré en este mismo instante.

y eso lo escribiste el 24 de diciembre?... bonita forma de celebrar la navidad...

Anónimo dijo...

Avanzamos anteponiendo la "comodidad". Queremos ir antes, más rápido, más cargados, demostrar que podemos con mucho más que antes, que nos vamos superando día a día como el que va a entrenar a un gimnasio.

Y al igual que el que entrena demasiado por querer estar rápidamente en forma, nos vamos desfigurando y atrofiando, sin querer darnos cuenta de que todo tiene su proceso, y que la impaciencia choca contra lo natural.. Y que todo lo que choca contra lo natural sale despedido con la misma fuerza con que trata de incidir en ella..

Feliz regreso, nos vamos poniendo al dia ;)

Saludos!