Pues eso. Ya os habréis enterado, pero ha muerto uno de los máximos dramaturgos del siglo XX, y quien posiblemente sea la figura fundamental de la dramaturgia contemporánea. Autor de una veintena de guiones, entre los que se cuentan el de la magnífica El sirviente (1963) de Joseph Losey, Pinter era conocido sobre todo, por su trabajo teatral, justamente premiado con el Nobel de literatura en 2005. Asimismo, era actor y director teatral.
Algunas de sus mejores obras, como por ejemplo Traición o El montaplatos, se representan año sí, año también en todas partes del mundo. Casualmente, yo mismo estoy dirigiendo una obra suya, El amante, por lo que la noticia me ha pillado más de golpe todavía.
Pues eso, que descanse en paz este tipo, uno de los mejor dotados que se han visto para radiografiar el alma humana.
Os dejo con unas palabras del crítico teatral Marcos Ordóñez:
"Pinter no es simbólico. Ni absurdo. No necesita dramaturgias ni escenografías que expliquen el concepto. No es realista ni surrealista sino superrealista: su teatro es un concentrado extremo de realidad. Que incluye, naturalmente, los sueños y los deseos secretos y las realidades paralelas, y todo lo que no se dice, y lo que se dice para no decir lo que quiere decirse. Y el dolor, y el humor, un humor que suele ser lírico y feroz al mismo tiempo: el deadpan de los cómicos ingleses, que dejan caer sus frases como gotas de té en mitad de un incendio".
1 comentario:
uo, algún día escribirá un crítico algo tan bonito sobre ti, y yo estaré muy orgullosa como segunda madre :)
Harás un minuto de recogimiento cuando estreneis la obra?
DEP
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