11 septiembre, 2007

les embouteillages








Es otoño en los árboles, aunque no en los meses. Los días grises son como los azules, pero grises. Las vías del tren esperan el momento para convertirse en escaleras de mano. Que dios nos coja confesados: hoy estoy metafórico.

Que se acabe el mundo con un punto y coma: hoy estoy metafórico. "Rojo como una amapola y negro como el azabache". Desgastado como el viejo científico harto de usar las mismas fórmulas.
Aunque, para ser sincero, lo mío no son las mates. Ni siquiera sé hacer una ecuación de segundo grado.

Divago.

Dejadme que divague, coño, que me aburro. En el tren hay una niña que se ríe, con aire solemne y el flequillo métrico. Esta niña dentro de cincuenta años será mi profesora de biología del instituto. O por lo menos se parece mucho. Y ya me han contado que el tiempo es cíclico. Todo es cíclico. Todo, salvo una película de Ozu.
Eso no es cíclico, eso es un coñazo.

Dios, sálvame de las garras de la estupidez. Sólo tengo veintidós años. Demasiado joven para no ser estúpido.

Tendré que aprender a articular los sonidos guturales que tanto se llevan en las cavernas: la "B" con la "R", "Britney Spears".

Elijo ser una patata. Elijo la insensibilidad. Podría hacer carrera. Al fin y al cabo sólo hay un paso de ser patata a ser papa. Ese chiste que no conste, por favor. Soy demasiado joven para ser ingenioso.

Me aburrí de ser el mismo siempre y ahora soy otro. Ahora tengo bigote.
Me miro al espejo todos los días y ¿sabes lo que veo? Pues un tipo con bigote, qué voy a ver. Empiezo a sospechar que soy yo. Sea quien sea, no pienso invitarle a comer: él siempre pide pollo y yo estoy a dieta.

Estoy a dieta mental: sólo leo el dorso de las cajas de cerillas. Empiezo a hacerme un experto en insignificancias, como por ejemplo la Humanidad. Un, dos, tres, responda otra vez. ¿Soy una víctima de la tele, repitiendo una y otra vez los mismos chistes de 'los simpson'? Sea quien sea, debo dejar de comer pollo; estoy echando tripa.

Sé que hay un momento en la vida de todo hombre en el que se empiezan a ver las cosas claras. Estoy esperando ese momento, pero es que ni tengo reloj, ni tengo gafas. Eso sí, tengo bigote. Pronto podré ser canciller alemán, o cocinero italiano, o ejercer cualquier otra profesión para la que exijan bigote.

Tengo que conseguir una profesión, eso está claro. Para algo estoy estudiando una carrera, o tal vez no. A lo mejor estoy estudiando una carrera para poder ir al paro con la cabeza bien alta.
Dígame su profesión.
"Estoy desempleado, pero estudié una carrera".
Soy exactamente igual que tú, estudies o trabajes. Quizá soy un poco más alto, pero ahí terminan las diferencias.
A menos, claro está, que no tengas bigote.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

(no tomarás el nombre de ozu en vano. ozu, que tanto bien ha hecho por nosotros).

supongo que somos demasiado jóvenes para estar tan aburridos. creo que esa es la única verdad y de ella derivan y han derivado todas nuestras desgracias hasta la fecha.

no existe una edad para terminar la carrera ni una edad para perder la virginidad, pero existe una época en la vida en la que nadie debería aburrirse. y nosotros nos aburríamos. joder, si lo hacíamos. incluso a veces seguimos haciéndolo (y encima, aún nos quedan varios créditos para licenciarnos y no follamos tanto como querríamos).

pero sabes qué? nuestra victoria personal es que no necesitamos el espejo, porque está dentro de nosotros. nos lo tragamos hace unos años y ya está más que digerido. la auto-exploración ha concluido; la neurosis proviene de allí dentro. por eso, aunque a veces no lo creamos, somos más felices de lo que pensamos.

autocomplacientes? no. fuertes, buenos e inteligentes. quizá no por nosotros mismos; quizá lo hagamos por los demás; quizá nos queremos tanto que el reflejo de nuestra infinita vehemencia en el resto de cuerpos marchitos nos ofrece el ego en el que sostener nuestra existencia (si se tiene un buen día, sustitúyase "ego" por "atracción").

sea como fuere, nos merecemos que medem nos haga una película, no crees? para ser infantiles y cagarnos en lo que nos de la gana, pero sabiendo que los silbidos se los va a llevar otro. el ser supremo que nos maneja, claro. hasta ahí podíamos llegar. manejarme yo solita... bastante tengo con tragarme un espejo sin rajarme el esófago.

pero eso sí. nada de sexo. no seamos superficiales...

Anónimo dijo...

Qué es?Una epidemia?Nos pasa a todos realmente, o sólo a unos pocos¨?

mariña dijo...

yo no tengo bigote... ni tiempo para aburrirme... es un placer parecerme a usted (tu lo dices, yo te creo)
un placer tambien sus visitas, h�galas m�s a menudo... me alegro de verle, siempre.